Ahora hace más o menos un año que empecé a trabajar este blog con intensidad. 10 artículos en marzo, 11 en abril, 12 en mayo, 11 en junio, 9 en julio, 17 en agosto, 16 en septiembre, 20 en octubre, 20 en noviembre, 18 en diciembre, y desde el 12 de enero de este año hasta el día de hoy he publicado un artículo cada día.
Y sí, ahora empiezo a notar la entrada de clientes vía blog. Aunque en contra de lo que muchos puedan pensar, eso lo puedo decir realmente desde hace como mucho un par de meses. Hasta entonces bastantes consultas, contactos, suscripciones, feed-back, pero concretar concretar poco.
Una particularidad que me llama la atención del cliente que me llega al despacho a través del blog es lo empollado que está sobre los temas. Obviamente, antes de llegar a este blog ha leído ya otros muchos, y otras muchas páginas web de derecho. Distingue perfectamente lo que son gastos ordinarios de extraordinarios, lo que es un procedimiento contencioso y uno de mutuo acuerdo, o los requisitos para una modificación de medidas. E incluso algunos quieren participar, ayudarte, y te traen documentación ordenada y escritos con los hechos relatados y ordenados y con ideas, e incluso jurisprudencia que ellos mismos han encontrado por ahí. Muchas veces arman escritos semijurídicos, que con algún ligero retoque estarían listos para ser presentados ante el juzgado, y de un nivel que puede causar asombro y perplejidad si tenemos en cuenta que hablamos de ciudadanos con profesiones que nada tienen que ver con el derecho.
Eso si, tienes que atarte bien los machos. Porque las dudas que te van a plantear en la primera visita no van a ser tus honorarios y si esto va a ser muy largo. Serán preguntas incisivas, de matiz, trabajadas y punzantes. No es el cliente que pasa por la calle, ve la placa de un abogado y pica porque se tiene que divorciar. Pero se acepta el reto.