Cuando un cliente te llama durante los días de Navidad o cada cierto tiempo para hacer un café, y tras un año y medio de su traumática ruptura matrimonial cruza y vincula de forma directa e inevitable aquel nefasto momento de su vida con tu intervención de forma positiva, significa que estuviste bien. La perspectiva del tiempo le permite darse cuenta de que lo peor ya ha pasado, y te identifica como alguien importante. Alguien que se implicó, que le ayudó y que le aportó la seguridad y serenidad que necesitaba.
Él siempre me habla de lo roto que llegó el primer día a mi despacho, e incluso siente un poco de vergüenza por ello, y como se ha ido reconstruyendo poco a poco. De cara al mes que viene quiere que le ayude a confeccionar un testamento, y me ha enviado a un compañero de su trabajo para que le tramite una modificación de medidas.
Cercanía, implicación, emoción, compromiso, proximidad, seguimiento, acompañamiento, son notas esenciales que deben caracterizar la forma de actuar, comportarse y estar del abogado con el cliente. El fin último debe ser su confianza. Su comodidad. Que sienta que con nosotros puede estar tranquilo, seguro, cubierto, equipado, amparado y atendido.