Se que este post lo he repetido unas cuantas veces, pero nunca está de más.
Estamos acostumbrados al chismorreo, a los dimes y diretes, y nos encanta opinar de lo que no sabemos desde la barra de un bar. Hasta los abogados lo hacemos de forma absurda, como si el hecho de tener esta profesión nos diese, por generación espontánea, el conocimiento de todas las disciplinas del derecho con la complejidad que hoy en día conllevan.
Además no hay dos supuestos idénticos. Aunque parezca un tópico es muy cierto. Lo que pasó en el divorcio de tu primo no tiene por qué suceder en el tuyo aunque parezca lo mismo.
Es habitual que el primer comentario de muchas personas que llegan a mi despacho sea «que mal lo hice todo al divorciarme», «no me asesoré», «no sabía todo esto»…. tras dar credibilidad a chascarrillos y leyendas urbanas que muy difícilmente se sostienen, pero que asientan creencias que, sorprendentemente, el público no cuestiona.
En lo que va de curso, desde después del verano, ya he oído expresiones del tenor, «me han dicho:
· que no cobraré nada de pensión compensatoria, ni ningún otro tipo de compensación tras 20 años de matrimonio;
· que no me quedará nada si él muere sin ponerme en el testamento;
· que si pongo una demanda ya no podré llegar a un acuerdo;
· que es imposible que me den la compartida;
· que por narices ahora tiene que ser custodia compartida;
· que si no firmo lo que me ofrecen, saldré mucho peor todavía y ella acabará dejándome debajo de un puente».
Habla con un profesional especializado. Especializado, porque hoy por hoy no creo en los que dicen saber de todo. Pero, sobre todo, obvia lo que te digan familiares, compañeros de trabajo, estudiantes de derecho y semejantes.
Imagen: geralt.