Pues eso. Que sí. Que me ha pasado en más de una ocasión lo que dice el título. “Qué a veces me da la sensación de que vas contra mi”, o “parece que estés con la otra parte”, o “te crees más lo que dice él/ella que yo” o “siempre me atacas a mi como si tuviese la culpa de todo”.
En ocasiones un cliente acaba siendo parecido a una pareja. Incluso la relación con él o ella puede alargarse por más tiempo que el que puedas estar con alguien en una relación en tu vida privada.
A lo largo de procedimientos tan complejos como a los que a veces nos enfrentamos, es habitual repetir muchas veces lo que el cliente no quiere escuchar. Me consta que existen abogados que no hacen lo mismo, les ríen las gracias, y les dan la razón en todo. Pero allá cada uno.
Qué por ahí no. Que ese argumento no sirve. Que esa grabación tampoco. Que ni siquiera la admitiría el Juez. Qué te pusiese los cuernos no tiene nada que ver. Qué eso no se puede pedir ni en broma, etc… Frases habituales que uno debe repetir para poner los pies en el suelo al cliente respecto a cómo funcionan las cosas en un juzgado, y sobre lo que es y lo que no es relevante.
Pero el decir muchas veces no a alguien no es algo que se reciba bien al otro lado. Incluso a veces, por mucho que el abogado crea a su cliente en muchas cosas que le cuenta, le tiene que decir que no merece la pena insistir en ello si no existe una mínima prueba.
A lo anterior se suma no sólo el cliente en si mismo, sino la batería de pseudoabogados que campan por barras de bar y en el seno de las propias familias, que contribuyen a sembrar la desconfianza con el argumento de que “a mi mi abogado me lo hizo así”, o “mi primo o amigo abogado dice que eso no es como tú dices”. Eso sin olvidar el daño que hace Google. Porque Internet es fantástico pero está sembrado de medias verdades que pueden hacer mucho daño.
Seguramente en este post falte un punto de autocrítica. Algo en mi forma de actuar debe tener que ver con el hecho de que en ocasiones exista esa percepción. Pero claro, este es mi post.
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