Un excelente post de Carlos Bravo en su blog (dejo link abajo), me ha inspirado a mi para escribir hoy esta entrada. Y se refería a la gran dificultad que tenemos las personas para decir NO. Lo débiles que somos para hacerlo. Esa necesidad de agradar o de no decepcionar que muchas veces nos impide ser consecuentes con nuestra filosofía. Con lo que realmente queremos y pensamos, o simplemente con lo que nos apetece en un momento dado.
Y no se trata de ir por el mundo sin empatía alguna y haciendo daño a los demás, pero el no decir no a tiempo nos lleva en la mayoría de las ocasiones a estar en situaciones, lugares, relaciones, compañías y circunstancias que no queremos, que no deseamos, y con la consecuente situación de infelicidad que ello nos acarrea. Y lo peor de todo es que muchas veces, no decir no a tiempo supone que ya no lo diremos y que la bola se hará mucho más grande.
Decir no a una relación que no quiero tener, a una relación que está finiquitada hace tiempo, a una posible amistad que no deseo, a una cita que no me apetece, al capricho de un hijo, al favor que nos pide un amigo o compañero de trabajo pensando en su comodidad y sin valorar nuestro tiempo en la misma medida que valora el suyo.
La de problemas que nos podríamos evitar diciendo NO a tiempo.
* Artículo de Carlos Bravo. El problema de las pequeñas tareas y por que supone un problema decir si.