En su antológico post de ayer (uno más), Isra va y dice:
«Si la reunión es más larga, eso solo significará que habré dispuesto de más tiempo para justificar mi trabajo, entonces, estaré a salvo, el jefe no me despedirá, los inversores confiarán y el cliente se quedará más tiempo con nosotros.
Si el discurso es largo, podré decir más palabras entonces alguna seguro impactará contra el público y resonará. Si abro más la boca, no sé, quizá la flauta suene.
Si trabajo más horas, seré mejor profesional. Si invierto más tiempo en la oficina, mi alrededor me respetará.
Si envío más correos electrónicos en la campaña de email marketing, seguro que convenceré a alguien, algún usuarios hará click».
Tampoco traje impecable es igual a excelso abogado, ni despacho en el Eixample garantiza un soberbio servicio, ni restaurante de postín asegura noche para enmarcar. Incluso se puede cenar de puta madre, como he hecho yo esta noche en Girona, sin haber llegado a los 60 minutos sentado en la mesa. Más tiempo en el restaurante no es señal de mejor cena.
Y vuelve Isra… «El valor, en el mundo inmediato, intenso, frenético y perezoso de hoy, viene más en fórmulas pequeñas, cortas, rápidas y muy fáciles de consumir / digerir. La utilidad no tiene nada que ver con la extensión. Servir a otros con tu mejor trabajo, de manera frecuente, viene con algo muy específico, puntual y concreto, es algo pequeño, corto, pero muy potente».
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