«Es normal que el tío sea muy guapo y muy rico y hasta que tenga los ojos azules; el problema es que además el hijo de puta es un tío estupendo, una persona buenísima y un actor cojonudo».
Esto le decía el director de cine David Trueba a su amigo, el escritor Javier Cercas, una vez su mujer, Ariadna Gil, le dejó por el actor Vigo Mortensen.
Le había dejado por una estrella de Hollywood. Para Cercas era mucho peor. Era una estrella de cine «que se resistía con uñas y dientes a ser una estrella de Hollywood, lo que le conviertía en una estrella de Hollywood al cuadrado, uno de esos tipos con el que todas las mujeres sueñan».
Cercas, viendo que Trueba se apagó de un día para otro, su pelo entretejió blanco y envejeció, le espetó: «¡Pues por lo menos cágate en tu mujer!». Según él, David Trueba no formuló jamás el más mínimo reproche contra su mujer, y parecía mucho más preocupado por ella que por sí mismo. Explica Cercas en uno de sus libros que «un día, mientras me contaba que acababa de verla para hablar de los niños, como hacía a menudo, se desmoronó y empezaron a correrle las lágrimas por las mejillas. Sintiéndome impotente, le dejé llorar; luego le dije con rabia que se estaba equivocando y que una cosa es ser un caballero y otra un imbécil. -Preocúpate de ti, coño- le dije furioso. Olvídate de esa mujer. Y desahógate un poco. No pasa nada. Llámala a ella bruja y a él sinvergüenza. Mira, mira repite conmigo: ¡Sin-ver-güen-za! Pruébalo, ya verás, te sentará de puta madre».
Trueba respondió horrorizado, «¿Cagarme en al madre de mis hijos?», “¿Cómo se te ocurre? Además en el fondo la culpa de todo es mía: ¡Pero si casi fui yo el que terminé de convencerla de que estaba enamorada de ese cabrón y de que se largara con él!».
«Ya me gustaría a mí Javier, pero es que no puedo. Tú no lo entiendes: es normal que el tío sea muy guapo y muy rico y hasta que tenga los ojos azules; el problema es que además el hijo de puta es un tío estupendo, una persona buenísima y un actor cojonudo.»
Obviamente, no se puede pedir a todo divorciado/a el fair play de Trueba en una situación así. Pero apuesto a que la vivencia de los hijos de esta pareja del proceso de ruptura de sus padres, y la posterior convivencia, poco habrá tenido que ver con lo que estamos acostumbrados a vivir a diario los que nos encontramos en el día a día con estas situaciones. Qué cunda el ejemplo.
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