¿Es posible la amistad entre hombre y mujer?
Los psicólogos no se ponen de acuerdo: unos responden que sí y otros dicen que esto sólo pasa en las películas.
Claro está que se quiere hacer referencia a una amistad que llegue a tener un alto grado de intimidad y profundidad, yendo más allá del mero trato en corto o la relación políticamente correcta entre compañeros de trabajo que no pase de la hora del almuerzo o alguna cena o comida, puntual o frecuente, de empresa. Se pretende tratar en este escrito ese tipo de amistad en el que ya tiene cabida la confidencia y el grado de confianza es considerable.
En el fondo, “dicen” los estudiosos que un hombre, aunque sea de forma inconsciente, al conocer a una mujer la clasifica de forma automática en su base de datos enviándola a uno de los dos posibles grupos que son:
· para intentar llevármela a la cama;
· para tomar un café.
Y no sé si la cosa será tan exagerada, pero qué señor que lea estas líneas podrá negar que cuando entra a trabajar una nueva compañera a la empresa la primera pregunta que hacen los que todavía no la han visto a los que ya saben quién es, es si está buena o no, si tiene muchas o pocas tetas, y tal y tal, … Más tarde ya, o al día siguiente, igual se preocupan de si es más o menos simpática, más o menos competente para la tarea a la que está destinada, la experiencia que tiene, si parece buena compañera o persona, etc…
Y es que muchas veces la línea que separa la amistad del amor/atracción/seducción/deseo puede ser tan fina que resulte casi imperceptible e imposible darse cuenta de cuando ya se ha superado, flotando también en el ambiente la idea entre el personal femenino de que el hombre puede llevar años en el papel de amigo del alma, pero que en cualquier momento de debilidad (de su amiga o suyo) puede pasar al ataque, dado que la cabra tira al monte, echando por los suelos la mitificada amistad de tantos años con su mejor amiga.
Una de las características con las que pechamos la mayoría de blogs de este tipo, y este no es una excepción, es lo inversamente proporcional que resulta el número de visitas en relación a los escasos comentarios que los lectores hacen sobre los artículos.
No sé por qué, me da que en esta ocasión va a ser más difícil todavía que la gente se moje, porque el tema puede resultar incomodillo. Igual me sorprendéis.