Es una pena que algunos jueces no tengan claro que el respeto debe ir en las dos direcciones. Es decir, abogado – Juez/Juez – abogado, sin que ello suponga poner en cuestión la autoridad de la figura del juzgador. Eso no tiene nada que ver.
Resulta obvio que los abogados nos mostramos muchas veces impertinentes, pero ello se debe manejar al otro lado del estrado con mano izquierda, habilidad, y sobre todo educación y respeto. De hecho hay muchos que lo saben hacer muy bien. Imponen su autoridad y dirigen el debate con absoluta educación, respeto e incluso exquisitez. No es necesaria la exquisitez. Pero si resulta exigible un mínimo decoro.
Es inadmisible que un Juez te abronque, te chille y/o te trate como a un niño en presencia de tu cliente, con un paternalismo fuera de lugar y una prepotencia inaceptable. Al menos no debería ser de esta época.
Chirría más en esos que luego se pasean por multitud de jornadas, encuentros y ponencias varias por todo tipo de foros con una sonrisa puesta y diciéndonos lo encantados que están de encontrarse entre abogados.
Los abogados somos profesionales. Comemos de esto. Preparamos nuestras vistas. Trabajamos mucho nuestros asuntos, y el cliente es un señor o una señora que nos paga un dinero importante. Y sí, a veces metemos alguna frase, alguna petición o proponemos alguna prueba que sabemos que igual se sale un poco (o un mucho) de lo técnico – procesalmente ortodoxo. Pero existen intangibles y todos lo sabemos.
El cliente es un ciudadano que en la mayoría de las ocasiones conoce muy poco como funciona una vista en una sala, y menos aún el rigor técnico de las normas que sirven de base. Pero acude allí con el problema de su vida, y es lícito que necesite que su abogado diga una determinada frase, o intente plasmar un determinado argumento que considera de vital importancia.
El abogado, dentro de unos límites, debe hacer de correa de transmisión de todo eso. Al fin y al cabo su cliente paga también con sus impuestos todo ese tinglado. ¡¡¡Ojo!!! que también nos hartamos de hacer pedagogía y de explicar lo que procede y lo que no (y los motivos) dentro de una sala. Hemos de hacer un trabajo muy fino para encontrar esos equilibrios.
Los abogados vivimos de nuestros clientes. No somos funcionarios que tenemos el sueldo asegurado cada mes. Debería tenerse presente.
Imagen: PaliGraficas