Hace pocos días un cliente al que le llevo una ruptura con posibilidades de llegar a una solución pactada, pero que en la actualidad se encuentra algo encallada, me decía que, intentando hablar con su ex pareja para ver si podían acercar posiciones, la intentaba convencer de que era bueno que hablasen ellos dos sobre las cuestiones que les impedían llegar a un acuerdo diciéndole que, al fin y al cabo, para los abogados ellos eran un número. Un expediente más de los muchos que tenemos. Claro, ahí yo le dije medio en broma medio en serio, “eso no lo dirás por mi. Porque para mi tú no eres un número”, a lo que me contestó «que no, que no». Que no lo decía por mi, pero que a ella se lo decía en general con el fin de convencerla de la idea de que era bueno que ellos hablasen.
No obstante, ello me hizo pensar que debía estar alerta para que ningún cliente mío tuviese esa sensación. En la vorágine en que andamos todos en el día a día, a veces puede que alguien pueda percibirlo de esa forma. Es obvio que uno no puede estar siempre al teléfono como demanda ese tipo de cliente con un mayor grado de ansiedad, y que la cuestión está en encontrar un término medio consistente en estar, aparecer y comunicar cuando sea necesario, aunque quizás en ocasiones convenga aparecer o estar también aunque no haya nada nuevo en relación al asunto. A veces el cliente necesita saber que sigue habiendo alguien al otro lado. Todo un reto encontrar ese punto adecuado que no haga percibir a una persona que es un número más para su abogado, con independencia de que ello se ajuste en mayor o menor medida a la relidad.
También le decía este cliente a su ex que a veces los abogados no avanzan porque se pican entre ellos, y haciendo un ejercicio de honestidad es posible que esto en ocasiones suceda y pueda dificultar un acuerdo entre posturas que realmente no están tan alejadas. Importante controlar esto también. A veces la relación entre los letrados se envenena. Se abre como una especie de guerra fría que requiere dosis de humildad y flexibilidad, dado que todos somos personas y puede haber momentos en que determinadas frases, desaires o malas interpretaciones (favorecidas por excesiva comunicación a través de megacorreos electrónicos), lleven a que cada contacto con el compañero empiece a resultar más incómodo, no siendo ese el mejor escenario para que exista un contacto que favorezca encontrar puntos en común.
Creo que es positivo identificar todo esto para estar vigilantes y actuar para evitar que cualquiera de estas circunstancias pueda llevar a perjudicar los intereses que precisamente defendemos.
Photo Credit: J. Daniel Ayala.
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