Madres que se niegan a dejar al padre a sus niños si van a estar con su nueva pareja. Otras que se niegan a que el padre pueda pernoctar ni una sola noche con los menores porque todavía son demasiado pequeños para ello al tener edades de entre dos y cuatro años, y considerar que es demasiado pronto para algo así.
Posturas arcaicas y muy alejadas de la realidad del mundo en el que vivimos. Los padres (igual que las madres) tienen derecho a rehacer sus vidas con las personas que consideren, y no tienen por que esconderlas de sus hijos. No hay prueba ni estudio científico – racional alguno que acredite que algo así pueda afectar negativamente a su desarrollo. Y que decir de las pernoctas. En este blog ya he escrito otros artículos, y cada vez hay más jurisprudencia que no considera obstáculo ni la corta edad, ni la lactancia natural como pretextos para evitarlas.
Y pongo estos dos ejemplos porque son dos de los últimos que me han llegado vía consultas, y además en relación a mujeres jóvenes. Quienes me conozcan y sean asiduos a este blog habrán podido comprobar de sobras que no me mueve animadversión alguna contra las mamás.
Por no hablar de entornos familiares que disuaden de regular judicialmente situaciones de guardas y alimentos de menores. Parejas que de hecho llevan más de un año separadas y con hijos en común, y que todavía no han regularizado de ningún modo su situación “por no liar la cosa”. Luego claro, llega el verano y uno de los dos desaparece con el niño “de vacaciones”…. indefinidas.
Un menor es una responsabilidad, y no regular su régimen de guarda y custodia, visitas o comunicación con ambos progenitores y pensión alimenticia, cuando ya la ruptura de sus progenitores es un hecho totalmente consumado, es una total y completa irresponsabilidad.
Quizás falte pedagogía.