Matrimonio en el que el marido es de una edad avanzada pero de mucho poder económico, y la esposa es una joven y atractiva mujer. Ambos quieren divorciarse y están de acuerdo en que él debe pasarle una pensión compensatoria, pero resulta obvio que si cada uno va a un letrado distinto recibirán un consejo diferente sobre como pagar y cobrar, según el caso, dicha pensión. Al señor le convendrá efectuar el pago en forma de pensión (un importe determinado mes a mes), dado que de esa forma en el momento en el que ella vuelva a tener una nueva pareja la pensión se extinguirá, y a ella le convendrá mucho más cobrar el importe de esa pensión compensatoria en forma de capital. Es decir, en un solo pago. De forma que podría rehacer su vida posteriormente ya con todo el dinero en el bolsillo.
Es sólo un ejemplo (habría muchos más) del motivo por el que siempre es conveniente que cada miembro de la pareja esté asesorado por un letrado distinto (por supuesto especializado en Derecho de Familia) ante un proceso de ruptura. Por muy buen rollo que tengas con tu pareja, y por muy claro que parezca estar todo, es habitual que se planteen situaciones de intereses contrapuestos, en las que la misma actuación no puede beneficiar de igual forma a ambos.
Lo anterior no debe evitar una separación amistosa, sin tener que llegar a juicio, pero es vital que ambas partes tengan bien claro si lo que están firmando realmente les conviene.
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